La posición del sol durante el invierno es más baja en el cielo, de forma que los rayos llegan con una inclinación que los hace muy molestos e igualmente nocivos para nuestra vista. Está demostrado que la exposición a la luz del sol y a la radiación ultravioleta favorece la aparición de determinadas enfermedades como pueden ser las cataratas o la degeneración macular asociada a la edad. Por lo tanto, es fundamental usar gafas durante todo el año.
El frío y el aire propios del invierno provocan un aumento del lagrimeo y sequedad en nuestros ojos que se puede reducir protegiéndolos con una gafas y utilizando lagrimas artificiales.
En espacios cerrados el uso de calefacciones también ocasiona sequedad en los ojos, por ello la especialista recomienda que se puede suavizar mediante el uso de humidificadores o simplemente colocando recipientes con agua encima de los radiadores para aumentar la humedad del ambiente. Asimismo, descansar la vista frecuentemente mientras se realizan trabajos de cerca, utilizar gafas de graduación adecuada y lagrimas artificiales, ayudarán a mantener una buena salud ocular.

Por lo tanto es fundamental utilizar buenas gafas de sol que protejan frente a toda radiación nociva y que cubran bien la zona del ojo. Concretamente, las lentes de categoría cuatro están concebidas para la nieve incluso en altitudes superiores a 3.000 metros.