DERRAMES OCULARES
Los derrames oculares son hemorragias que se producen por debajo de la conjuntiva, una membrana cubre el ojo y la cara interna del párpado. Debajo , se encuentran abundantes vasos sanguíneos. Cuando hay una lesión y se rompen algunos de los capilares.
Los derrames oculares son hemorragias que se producen por debajo de la conjuntiva, una membrana cubre el ojo y la cara interna del párpado. Debajo , se encuentran abundantes vasos sanguíneos. Cuando hay una lesión y se rompen algunos de los capilares y se produce una hemorragia, apareciendo un “derrame” (mancha roja de sangre en el interior del ojo).
Las causas por las que se produce un derrame ocular son diversas, y muchas veces puede aparecer una hemorragia espontáneamente sin razón aparente:
- Recibir un golpe. Es el origen más común. No siempre por un golpe directo en el ojo, a veces tras sufrir un golpe en la cabeza o un traumatismo.
- Estornudar.Algunos estornudos fuertes ocasionan un aumento temporal de la presión sanguínea de los capilares de los ojos, llegando a romper alguno de ellos.
- Vomitar. Al igual que los estornudos, los vómitos pueden producir un aumento de presión sanguínea en los ojos.
- Conjuntivitis.Las conjuntivitis también favorecen la aparición de derrames. A veces, a menudo por frotarse los ojos para aliviar el picor producido por esta irritación.
- Consumir determinados medicamentos. Algunos fármacos que producen alteraciones en la coagulación.
- Hipertensión.Las personas con hipertensión (sobre todo las que toman anticoagulantes) son más propensas a padecer derrames. Es recomendable que los hipertensos acudan al médico cuando tienen un derrame que no obedece a una causa clara, como un golpe.
- Diabetes. Los vasos sanguíneos son más frágiles en estos pacientes.
- Cambios bruscos de temperatura. Un cambio brusco de temperatura puede llegar a romper algunos de ellos, sobre todo los más delgados.
- Embarazo y menstruación. Se producen alteraciones en el sistema circulatorio y, como consecuencia, mayor propensión a derrames.
Estas hemorragias no producen dolor, son inofensivas y desaparecen en unos 8-10 días, cuando la sangre es reabsorbida. Si aparecen a menudo, acudir a un especialista, que determine la causa.